miércoles, 12 de diciembre de 2018

Odio || Poema original

Entre las dunas insensatas del tiempo

se esconde esa pequeña  dosis ingrata de tu presencia.


No basta el recuerdo de tu voz

para satisfacer el vacío inconcluso

de tu rostro frente a la ventana.


Odio los mapas y las carreteras

que dan forma a esta distancia incompetente,

descarada, que se atreve a bailar desprovista de toda elegancia

 entre mis sueños de tus labios y el tacto de tus manos.



No bastan los susurros de media noche sobre mi almohada,

ni la limosna tacaña de tus palabras.


Ahoga de momento ese silencio que se atrapa en mi garganta,

y aquello que es tan poco que se ha vuelto insuficiente

entre sábanas manchadas.



Odio las palabras nunca dichas,

esas imprudentes y caprichosas

que rompen la mudez de mis sueños intranquilos.



Odio los relojes y los calendarios;

los pensamientos espontáneos.

Esos que mueren al final del segundero,

del último domingo del año.



Odio los momentos que no tengo

y el recuerdo inventado que se acuna en cada lágrima.



Odio los besos sin rostro

y los ojos sin nombre.



Odio las palabras marchitas carentes de significado.

Odio odiar aquello que anhela ser amado

Y odio anhelar un amor abstracto,

sin sonrisas

y sin atajos.


-Yasmira Jaimes (@yasmiangeles)






martes, 11 de diciembre de 2018

Por Stefani Vásquez ( @afrodita_luz )

Tal era mi pinta, tal era mi facha
Que nadie me habló, nadie me miró ¿O sí lo hicieron?
Al menos para reírse
Al menos para entretenerse
Con mis zapatos rotos
Con mi blusa arrugada.

Tal era mi pinta, tal era mi facha
Que nadie observaba más allá
De mis gafas desconchadas y lunas rayadas
No era grata para la gente de esa cuadra.

Tal era mi pinta, tal era mi facha
Que apuraban el paso cuando yo me acercaba
Porque así de fea andaba.

Tal era mi pinta, tal era mi facha
Que escondieron sus cosas ¡Cómo si fuera a hurtarlos!
No iba a quitarles el reloj
Solo iba a robarles la hora

Pero nadie me la dio
El tiempo jugaba en mi contra
Debí caminar más rápido
Con mis zapatos rotos, aún más rotos que cinco minutos atrás

Tal era mi pinta, tal era mi facha
Que ni el hombre más feo de esa cuadra me observaba.
Que ni el autobús se paró
Seguro por mis zapatos rotos
por mi blusa arrugada.

Pero aunque así sea mi pinta
Aunque así sea mi facha
Yo no bajaba la mirada ante la gente de esa cuadra

Iba con mi cabeza en alto
Dejando atrás las malas miradas
Esas que le daban
a mi pinta, a mi facha.

Stefani Vásquez ( @afrodita_luz )

sábado, 27 de octubre de 2018

YO, NATURA

Yo, NATURA.

Un Viaje por la Naturaleza que Somos.


El Diseño Gráfico y su Poder Comunicacional.


Propuesta Conceptual: En estos días que vivimos, el tema del medio ambiente y su degradación por el mal uso y abuso por quienes habitamos el planeta, toma la palestra con signos de evidente emergencia.


Todo tipo de contaminación (conocidas y no) ha creado lo que unos denominan “problemas ambientales”, invisibilizando de alguna manera la responsabilidad única que tiene en esta problemática la mano humana.

El arte, como un derecho a ejercer desde la creación y desde la contemplación, se ofrece como una herramienta fundamental para generar acciones, que traigan como consecuencia la reflexión sobre la humanidad y su incidencia profundamente negativa sobre el medio ambiente. Sobre esta Premisa la Fundación Huellas del Arte organiza la Muestra de Diseño Gráfico Yo, NATURA. Un Viaje por la Naturaleza que Somos.

El Diseño Gráfico y su Poder Comunicacional, en el marco de la celebración de su 7mo. Aniversario, donde el concepto a desarrollar es: La naturaleza humana y su falla al desviarse del engranaje natural al que pertenece, tomando una posición doble: la de victimario y la de (finalmente) víctima. BASES:La Muestra de Diseño Gráfico.

Yo, NATURA. Un Viaje por la Naturaleza que Somos. El Diseño Gráfico y su Poder Comunicacional, se llevará a cabo del 01 de Diciembre hasta el 10 del mismo mes, en el marco del evento Mcy.Perfor-ART.18.

La muestra se regirá por las siguientes bases:.- Podrán Participar Artistas del diseño gráfico y estudiantes de Diseño Gráfico mayores de edad y residentes en el país.

- Cada Artista podrá participar sólo con una obra (apelando a creaciones con un mensaje irreverente y transgresor).

-Cada Artista debe entregar junto con la obra una breve sinopsis curricular, teléfono de contacto y redes sociales.

-La obra debe estar dentro del tema de la muestra de manera clara y efectiva. No se aceptarán obras que no cumplan con la temática y/o concepto de la exposición..

-Las obras pueden ser realizadas con técnicas diversas propias del Diseño Gráfico tradicional y/o digital, lo que implica la aceptación de obras hechas a mano alzada, digitales, collages, foto-collages, ilustración, ensamblaje, comic, stencil, etc, realizada sobre cartón 2 en kilo o Cartón y enmarcadas en Cartón (pintado de negro mate) 4 cm mas grande que la obra..

- La obra debe ser bidimensional en tamaño carta. (No se aceptarán obras que excedan o estén por debajo de la medida requerida). De darse el caso de que sea tridimensional de igual no debe exceder estas medidas en ancho, largo y profundidad..

-La obra debe estar identificada con los siguientes datos: título, autor, técnica, fecha de realización.

-Las obras serán calificadas por un jurado único de admisión y calificación conformado por un grupo de artistas representativos de la disciplina así como de las artes visuales..

-La apertura de recepción de las obras se realizará el día 29 de Octubre hasta el 24 de Noviembre.

-Las obras deben ser consignadas en la siguiente dirección: Calle Coromoto # 29. Urb. Calicanto (Justo detrás del Club casa Los Andes). Escuela Experimental de las Artes Makandal..

-Se otorgará un premio único del jurado consistente en Bs: 20.000 BsS y un premio otorgado por el público consistente en Bs.15.000 BsS.

Además se entregaran dos menciones honoríficas (no incluye premio en metálico). Todo participante recibirá certificado de participación.

Nota: Sólo se aceptará una cantidad máx. de 30 obras.

Las obras premiadas pasarán a formar parte del patrimonio de los organizadores del evento.



jueves, 20 de septiembre de 2018

Mucho he pensado sobre los misterios que esconde la boca.
Simbólicamente, es la puerta por donde sale, muchas veces, lo peor de una persona, y entra lo mejor de otra, si saben a lo que me refiero...
Si hablamos de puertas, la verdad, no sé si las inventaron para hacernos prisioneros, o para recordarnos que la libertad es una elección.
Así como la boca, diseñada para encarcelar palabras, y cuando los candados  caducan, los pensamientos más oscuros de una persona, se vuelven terromoto, catástrofe, nada... en los oídos de otra.

Una puerta y una boca se me hacen tan iguales...

Si están abiertas, son agradables, cálidas y de vez en cuando temerosas.
Cualquier cosa entra y cualquier cosa sale (sí, en todos los sentidos)
Y a la vez, permiten cosas buenas, pero también cosas malas.
(Y sí, en todos los sentidos).

Pero si están cerradas, se pintan solitarias, lucen tristes y atemorizantes.
Gritan prisión y rechazo en todas las formas.
Sí, nada entra, y nada sale.
Son una negativa constante, tácita y evidente...
Egoístas.
A veces crueles.
Siempre bipolares e indecisas.
No saben si abrir y rendirse, o clausurar para siempre.

La verdad es que me gustan las puertas, así como me gustan las bocas.
Devoran todo, permiten todo y también niegan todo.




domingo, 16 de septiembre de 2018

Ayer, tomé un pedacito de mi corazón y le clavé un puñal.

Hoy, han cortado otro y se lo llevaron lejos.

Que terrible es llorar.
Este,  oficialmente fue el peor día del año.

Todos mis errores, miedos y debilidades se condensaron en una sola palabra.

"Te odio"

(15-09-18)
qué feo es cuando el corazón duele

martes, 11 de septiembre de 2018

El país del hambre |Capítulo 4|

Una de las mayores virtudes que tiene Venezuela es su clima tropical, con espacio para todo tipo de temperaturas.
El sol brilla en el cielo y hace vibrar nuestras selvas y montañas; llena de esplendor nuestras playas y desiertos. Pero la magia del rey dorado muere cuando estás al ras del suelo.
Sí, cuando estás allí, tan cerca del asfalto, lo maravilloso de esa estrella tan enorme se vuelve opaco y llena de dolor el cuerpo.
El calor tortura cuando viene acompañado del ruido de los autos, el humo, los gritos, el peligro y la desesperanza de ser uno más de los olvidados.

Por eso, hoy quiero presentarles a Carlos, un hombre a quien describir me cuesta trabajo, porque al verlo, sin detallar ni profundizar en su aspecto, la primera imagen es la de un vagabundo. Pero no huele mal, habla mejor que muchos empresarios a quienes he oído, y definitivamente tiene el ímpetu y el alma de un guerrero.

Se baña todos los días, come de vez en cuando y se esfuerza por tener la ropa limpia.
Siempre lleva a Dios en la boca y bendice desde el corazón, con esa mirada llena de gratitud y nobleza a todo el que lo ayuda regalándole algunas monedas.

                Foto: @Marginal_Shot

Carlos tiene 57 años de edad y dos hijos. Un varón, el mayor, a quien el adjetivo de hombre le queda grande. Sus andrógenos salieron defectuosos y no le permiten hacer algo productivo por su vida o por la de sus dos crías.

El hijo mayor de Carlos, de quien no recuerdo el nombre, es el típico prototipo de lo que me gusta llamar "desperdicio de oxígeno". Tiene 28 años de edad y no trabaja, le pega a su hermana menor y no colabora en los quehaceres de la casa. Duerme todo el día y le parte el corazón todas las noches a su papá.

Luego está la hembra. Menor y más valiente, decidida y envalentonada que el varón. Tiene 25 años, trabaja de lunes a sábado en una frutería como cajera y le pinta sonrisas en el rostro todos los días a su chamita.
Ella sí ayuda a papá y lo obliga a recordar que existen cosas por las que vale la pena seguir la pelea todos los días. Ella sí vale la pena, creo yo.

Carlos es un hombre responsable y bonachón. Trabajó 27 años como colector de autobuses en algún terminal de pasajeros de alguna ciudad del país. De allí lo jubilaron hace un tiempo y desde entonces se detiene en algún semáforo, de alguna esquina, de alguna avenida,  a pedir dinero a las almas caritativas que se compadezcan de sus piernas deformes y sus manos quemadas por el asfalto inclemente hasta con los cauchos.

Se desplaza en una patineta acolchada y se empuja con las manos, emprendiendo una danza ágil entre los carros. Tiene muchos años aspirando a una silla de ruedas en calidad de donación porque comprar una es imposible para él y su familia. Comer es un reto todos los días, así que no imagino cuán duro ha de ser comprar semejante artilugio. La quiere para descansar en las noches porque el cuerpo duele y el corazón aprieta cada vez que tiene que pedir ayuda para algo.
                                
                Foto: @Marginal_Shot

La quiere para trasladarse en casa, y alcanzar a la mesa sin necesidad de que lo carguen o poder subirse a la cama sin mucho esfuerzo.

En varias alcaldías se la han "prometido" pero su patineta sigue siendo su medio de transporte. A veces usa guantes para proteger sus manos ya endurecidas pero cuando se gastan, conseguir un par nuevo es toda una hazaña.

Carlos es un personaje. Hablar con él llena el alma y su historia entristece a cualquiera, pero al mismo tiempo, inyecta ánimo en el corazón. No sé si es idea mía pero su mirada transmite calma, por desconcertante que parezca, y sus manos están tan golpeadas que es difícil imaginar que pueda haber realmente un gramo de felicidad en ese cuerpo maltratado. Pero la hay, y también mucha gratitud a pesar de los sin sabores. Por eso es un placer hablar con él, y escuchar detenidamente su voz desafinada que sale de esa garganta golpeada por el smoke.

Verlo de lejos acongoja un poco el pecho. Sus movimientos entre los carros son tan certeros que parece un vehículo más, pero en vez de motor, tiene dentro un corazón optimista que todos los días se levanta creyendo más en sí mismo y menos en los demás.

Sus piernas deformes son un problema de vez en cuando, pero aprendió a vivir la vida así, no conoce otra cosa, de manera que el sufrimiento por la discapacidad merma un poco cada vez que se recuerda a sí mismo que "Pa' lante' es pa' allá" y que Dios no lo abandona.

                     Foto: @Marginal_Shot

Carlos contrajo polio a los 4 meses de nacido y estuvo internado en el Hospital Ortopédico Infantil de Caracas hasta sus 8 años de edad, de manera ininterrumpida. Sus piernas, no respondieron nunca a estímulo alguno, y estuvo completamente deforme la primera parte de su vida.

Su mamá lo cuidaba día y noche y su papá, camionero, se rompía el lomo como podía para cargar la vida de un hijo enfermo y una esposa desempleada en la Venezuela de los 60's que, según cuentan las malas lenguas, era mucho mejor que la de Chávez. Pero no daré importancia a eso por ahora.

Carlos se traslada a mano todos los días a las 6 am, desde su casa hasta el semáforo habitual donde, desde hace algunos años, lo veo pararse a diario. Calculo que han de ser unos 5 o 6 kilómetros de recorrido, agarrándose del parachoques de los carros y haciendo señas desde el suelo para que no lo arrollen (otra vez). Ha tenido ya varios accidentes y como resultado algunas fracturas.

Me contó que logró estudiar hasta el 1er año de bachillerato y que una vez hizo un curso de dibujo arquitectónico. Le hubiese gustado ser profesional en eso, pero cumplir sus sueños no se le hizo fácil y lo dejó atrás, así como la confianza en las personas. Tiene mucho tiempo escuchando de promesas incumplidas y favores que nunca llegan. Especialmente aquellos que vienen del gobierno.

                Foto: @Marginal_Shot

Carlos disfruta la lectura y aún garabatea algunos bosquejos. Le gusta la arquitectura y conoce las calles de su ciudad, tan bien como la palma de  sus manos ásperas.
Es popular, no hay nadie por esta cuadra, o por el terminal de pasajeros, o por su casa, que no sepa quién es él.

Da de qué hablar con su ímpetu y destreza sobre la patineta, y se convierte en un espectáculo cuando rueda por el asfalto. Además, es experto llamando la atención de los choferes y pasajeros en su semáforo, donde comparte esquina con un malabarista con quien no he podido hablar, pero de quien estoy segura hay mucho por saber.

"Que Dios se lo pague" dice con frecuencia, cada ve que cae dinero en su botella de refresco picada a la mitad.
Una vez lo vi llorar cuando le regalaron un pedazo de pan.
Comer todos los días es un lujo que no puede darse.
Ya no puede trabajar, en el terminal no se lo permiten y, si no es ahí, ¿dónde más?
¿Haciendo qué?
Le faltan las piernas, al menos un par que pueda usar, pero aún le sobra vida. Una vida que se consume poco a poco en esa patineta porque, no puede "ser productivo" y ya nadie lo puede ayudar.

Carlos está en el grupo de los olvidados, esos que engordan y desproporcionan la estadística sobre la que ya nadie cuenta porque es demasiado abrumador para pensar en ella.
Carlos es uno más de los que sufre, padece y no come, en El País del hambre.

lunes, 9 de julio de 2018

El país del hambre | Capítulo 3 / Las botas de Leo

El capítulo de hoy será corto, sólo quiero hablarles de Leonardo.
No lo conozco bien, sé que tiene una hija pequeña, una esposa desempleada y una madre enferma.
En el trabajo no era del todo proactivo y por cosas de la vida, no supo ganarse las gracias del jefe y sus compañeros no le tenían exactamente aprecio. Las razones, no son de mi incumbencia.

Leo es un tipo taciturno, silencioso, anda encorvado y tiene muchos tatuajes donde lo cubre la ropa.
Tiene la mirada perdida y unas pestañas peculiarmente oscuras que realzan sus ojos achinados de color avellanas.

Leo vive en un barrio peligroso, no tiene celular y se traslada al menos 8 kilómetros en bicicleta desde su casa hasta el trabajo y de regreso todos los días.
Esa bici es guerrera y él ya tiene un máster como infla yantas. Siempre se quedan sin aire.
Con lluvia o con sol él se monta sobre esas ruedas y transita las calles en busca del pan para la casa, esquivando carros y pedaleando rápido para que no le roben las pertenencias.

Pocas veces almuerza y la delgadez no se hace esperar en su caso.
Igual que en el caso de todos.

Esta semana inició como cualquiera. El sol en e cielo, la gente en las calles, los compañeros en sus puestos y se escuchó en un momento "Leo, tenemos que hablar". Era la voz femenina que lleva la batuta en la oficina.

De esa reunión no pasó mucho tiempo. Tal vez 10 minutos, y luego en el pasillo se vieron las lágrimas inciertas de Leo y las lágrimas de remordimiento de la gerente que lo citó al encuentro.

Hoy, a Leo lo despidieron del trabajo. Lo acusaron de cosas que él dijo no hacer y, puede que sea ciertamente inocente, pero la empresa está haciendo reducción de personal, así que, no hay otra opción de cualquier modo.

Su situación es difícil, asfixiante, y en su trabajo lo saben, pero la cosa no está fácil para nadie, y el empresario venezolano tiene tantas cargas encima a causa de la "guerra económica" que nos impuso el bigotudo, que muy a su pesar no puede pretender ser casa de beneficencia.

"Si quiere no me pague prestaciones ni nada de lo que me toca pero, por favor no me quite las botas"

Leo no tiene zapatos. Lo único que calzaba eran las botas de seguridad que le asignaron en esa pequeña empresa que trata por todos sus medios subsistir.
Nadie lo había notado porque son parte del uniforme pero, ciertamente, Leo no usa otra cosa, que esas botas.

No tengo mucho más que decir al respecto, más que el hecho de que hoy vi cómo a un hombre se le borraba la sonrisa del rostro. No sabe qué va a hacer ahora y con la incertidumbre de cómo volvería a casa, sólo pidió que no le quitaran las botas.
"¿Qué le voy a dar de comer a mi hija?", preguntó lleno de miedo, y aceptando sus fallas, firmó la renuncia. Un disfraz burocrático para evitar mayores problemas legales porque hay inamovilidad laboral en nuestro caótico País del Hambre.




Nunca imaginé que en Venezuela tendríamos que ver tan de cerca una  representación magistral tan certera, de la teoría de la supervivencia del más apto de Charles Darwin.
La miseria ha alcanzado los rincones más oscuros y lejanos para dar paso libre a la desesperación.

No sé qué será de las botas de Leo, y los pies que protegía de la intemperie o los accidentes.
No sé qué será de él, pero sí sé, que se ha sumado un caso más a la estadística de engorda el desastre en Venezuela.

Diosley, Caraota y Leonardo me han llevado a ver muy de cerca el puesto del desamparado. Para los periódicos, para los políticos y para los conocidos es fácil señalar al indigente, al malandro y al desempleado, pero estas historias con las que me he topado me han obligado a recordar a la fuerza, que detrás de esas etiquetas, se esconden seres humanos que sufren más que cualquiera.

El País del Hambre se nos escapó de las manos y me sorprende que como pueblo no nos dimos cuenta a tiempo.
No sé cuántos se han detenido a pensar en ello pero, no somos más que un número creciente de desdichas, tragedias y problemas que nublan y pintan de colores oscuros el brillo y la belleza de esta tierra.

Ya no sé de cuántas maneras lo he dicho, pero en serio me duele Venezuela.


jueves, 5 de julio de 2018

Lo más parecido que he tenido a una relación, es una amistad a distancia, cargada de un erotismo poco convencional, en la que nos limitamos a correos hermosamente redactados y vídeo-llamadas sexuales.
No existe el cariño, el afecto es de corto alcance y nunca nos hemos regalado un "Te quiero" o un "te necesito".
Nos limitamos a compartir nuestras anécdotas de vez en cuando para darle variedad a la insignificancia de nuestra historia pero, la verdad es que la única cosa que nos une, además de la pasión por la literatura, es el deseo tácito de arrancar de la garganta del otro un orgasmo, así sea evocando la imaginación, y apelando al recurso mediocre de una narrativa exquisita y salvaje, que nos arrastra por el desierto frío y abrumador de una sexualidad marchita y solitaria.

-@Yasmiangeles

domingo, 17 de junio de 2018

Y de pronto. |Original- @Yasmiangeles

Y de pronto,
llega un punto en el que el corazón anhela perderse en un amor fugaz,
de esos que llegan de repente.
De los que sube como la espuma y baja con la misma velocidad.
De esos que te absorbe el pensamiento de ipso facto
y corta la respiración sin pedir permiso ni esperar un juicio a cambio

De esos que llega sin dar explicaciones
y se va pretendiendo que todo se reduzca a un instante en el tiempo.

Uno de esos amores que te roba el sueño de a ratos
y pretende durar para siempre,
pero en un segundo se pierde.

-Yasmira Jaimes
@Yasmiangeles


sábado, 16 de junio de 2018

¿Alguien más a parte de mi se ha preguntado por qué los que se hacen llamar “Pro-Vida” piensan que quienes estamos a favor del aborto, no lo somos?
Quienes estamos a favor del aborto no estamos a favor del homicidio ni adoramos a la muerte.
Quienes estamos a favor del aborto, estamos a favor de no seguir llenando de miseria el mundo, de evitar la llegada de un nuevo bebé sólo para que sufra, o para que se convierta en delincuente al crecer en un hogar disfuncional o de escasos recursos, o para que más bien muera de hambre por la misma razón, o que sea asesinado o violado o traficado justamente por crecer en el ambiente de perdición donde ha nacido.

Estamos a favor de no seguir sobre poblando al planeta, lo que se traduce en incrementar los índices de contaminación, hambre y pobreza.
¿Qué les hace pensar que estamos a favor de la muerte?
No, señores, ubíquense...Estamos a favor de evitar que las vainas en este mundo de mierda sigan empeorando...
El aborto es la última medida preventiva a la que se puede recurrir, luego de que los métodos anticonceptivos que tanto alaban, adoran y defienden, fallan.
Es mejor un solo dolor, una sola vez y fin al problema, que toda una vida de miseria.
¿Qué sentido tiene dejar nacer a alguien porque tiene “derecho a la vida”?, si en el transcurso del tiempo se le violarán el derecho a una familia, al vestido, al calzado, a la educación, a la comida, a ser amado, a ser libre, a tener una casa y por consiguiente un hogar, y todos los demás derechos que pierden día a día millones de personas en el mundo por no tener los putos recursos económicos que se necesitan para poder “VIVIR”.
Sucede que, con el tiempo, y luego de tantos desprecios, aprendí a no permitir que mis emociones fueran evidentes cuando alguien me gustaba.

miércoles, 6 de junio de 2018

El país del hambre. Capítulo 2


Hoy quiero hablarles de Caraota. No sé su nombre, su edad o de dónde viene.
Su piel morena, ajada y sucia por la exposición constante a la intemperie le otorga un aire algo desagradable a la vista. La verdad es que intimida un poco, ¿para qué mentirles?
Según mis cálculos erráticos, tiene al menos 17 años, sobrevive en las calles y de vez en cuando lo veo, cuando visito el negocito en crecimiento de mi hermano.



Él lo ayuda de vez en cuando, a veces le da comida, ropa y calzado. De vez en cuando. Como se puede y cuando se puede porque, ya saben, no siempre hay, ni siquiera para uno.

Como les conté hace tiempo, en una publicación que hice en instagram, mi hermano tiene un corazón enorme y una nobleza envidiable de a ratos. Caraota lo siente como un papá, a mí me llama tía y abuela a mi mamá. A todos nos pide la bendición y se sienta a gusto a jugar y conversar con mis sobrinas (de sangre) cada vez que se puede.
Siempre que nos vemos se sienta a charlar conmigo de alguna cosa y me pregunta por cuanto se le ocurre.  Le grada escucharme hablar mi inglés deficiente y siempre me pregunta por alguna palabra nueva, incluso en español. A veces le corrijo la pronunciación y forma de hablar y, contrario a molestarse, repite con detenimiento hasta  decir las palabras bien.
No se droga, gracias a Dios, pero come poco, viste harapos y, para qué negarlo, roba de vez en cuando y de cuando en vez para ver si logra comer algo.

Volvió a hacerlo hace diecisiete días. Le arrebató el celular a alguien y lo vendió para echarle algo al estómago. Sabrá Dios cuántos días estuvo con las tripas devorándose entre sí.

En esta ocasión lo atraparon unos uniformados. Unos de esos que con frecuencia llamamos sádicos de vocación, ladrones por oficio y asesinos por diversión. Ratas inmundas por convicción que se hacen de artimañas baratas para tener a la ley a su favor.

Lo apresaron como es el deber ser. Estuvo 15 días tras las rejas pagando por un delito menor. Sin juicio, sin condena. Simplemente tras las rejas.

Hace dos días volvió a las calles. Todo tranquilo, todo bien.

El único problema es que en esta narrativa yo he hecho algo mal.
Les cuento todo en tiempo presente como si todo fuese real, tangible y vigente.

Hace dos días volvió a las calles.

Nada está bien.

Anoche sonó el teléfono, era mi hermano.

“A Caraota lo mataron”

No hay razones, no hay culpables, sólo un cuerpo sin familia que lo reclame.

No hay nada.

Pasa la noche, llega la mañana, iniciamos el día con el ánimo por el suelo.

Llegamos al trabajo.

Vuelve a sonar el teléfono, era mi hermano.

“Fueron los policías”

Luego de soltarlo lo siguieron durante dos días. Lo capturaron de nuevo anoche, lo llevaron a un terreno baldío, solitario, que hasta Dios olvidó que existe y con puntería certera uno de ellos imprimió una quemadura circular en su pecho.

Era una bala. Justo en medio.

Y como si de una producción cinematográfica magistral se tratase, lo grabaron en video. Inmortalizaron ese momento para advertir a otro niño que liberaron junto a él.

“Si no quieres terminar así, no queremos volver a verte”

Ese fue el discurso heroico del buen samaritano que trabaja incansable para limpiar nuestras calles de la maldad y la desobediencia.

Para la verdad procesal, se trató de un enfrentamiento a mano armada ente efectivos policiales y una banda delictiva, cuyo nombre habrían inventado

Para la verdad verdadera, fue sólo un momento de diversión entre colegas.

¡UNA BURLA!

Y allí quedó.

Un cuerpo más tirado en algún piso inmundo.

Otro más de los que engordan la lista de pérdidas humanas que tenemos en Venezuela.

Allí quedo, el niño sin familia que nos pedía la bendición y me preguntaba el significado de las palabras.
El que me veía tímido y le daba vergüenza que me le acercara a darle un beso en la mejilla o le tomara la mano para saludar.
El morenito inmundo que no tiene velas ni dolientes.
Al que nadie va a reclamar a la morgue.

Esta vez fue él el elegido como tributo a los Dioses malditos de esta cofradía de culto al mal que gobierna nuestro país. La ofrenda viva fácil de olvidar, entregada con devoción y fanatismo a esa magnífica deidad que convirtió a Venezuela en una pocilga a la que me gusta llamar, de vez en cuando y de cuando en vez “El país del hambre”.

domingo, 20 de mayo de 2018

"El universo entero se encuentra sometido a los intentos que hacen los hombres para obligarse los unos a los otros a un buen comportamiento cívico"
-M. Douglas
Lo que pasa es que me hace reír...

miércoles, 9 de mayo de 2018

Decir "quiero un abrazo", pero no es "un abrazo", sino "su abrazo"...

Se siente, se oculta || Original

Sí, sí duele.
Por supuesto que duele.
Y duele mucho,
pero es más fácil ocultar las debilidades del corazón de
las excentricidades y desventuras de este mundo podrido.

Sí, sí lloro.
Por supuesto que lloro.
Todas las noches del año,
en la desnudez de mi cuarto,
en la soledad de la cama.
Sobre el frío de la almohada.

El pecho arde,
arde sin contemplaciones.
La garganta aprieta, 
hace que falte el aire.
La herida abierta palpita sangre, 
drena el último vestigio de vida en cada gemido agonizante y sufrido en silencio.
El alma duele,
duele como sólo el alma puede doler.


Sí, soy humana y quiero ser amada como cualquier otro,
pero a veces el mundo es demasiado despiadado
y es más fácil ocultar la carne, esconder las heridas, recubrir lo frágil
y mostrar a la vista de todos un metal pintado sobre la piel marchita,
como el maquillaje intacto de un actor de teatro.

domingo, 6 de mayo de 2018

Mi estupidez

Mi estupidez me llevó a imaginarme perfecta, ideal y de tu talla.
De tu justa medida.
Mi estupidez me empujó a imaginarte mío, a soñarme entre tus manos, a rodearme con los brazos imaginando que son los tuyos.
Mi estupidez me arrastró de golpe a idealizar tus besos nunca probados, a deleitarme con tu hombría entre mis labios, a soñar dormida y despierta y a toda hora contigo y con ese momento perfecto de amarnos.
Mi estupidez me hizo creer que sería posible entregarme a tus encantos.

Pero como de costumbre, nada de eso pasó.
Y ahora me lamento del tiempo no compartido y los recuerdos nunca vividos y de las palabras fabricadas por mi cabeza desesperada por un poquitito de amor.

Sonará ilógico, absurdo, insólito. Pero cómo no enamorarme de esos ojos y de esos labios si son eso que tanto quiero.

sábado, 5 de mayo de 2018

"TIENE ALGO QUE ME GUSTA.ES EVIDENTE PERO, ¿QUÉ ES?

-Mario Benedetti

///
Si me lo preguntan, no lo sé.
Él en su conjunto, con todas sus partes unidas me resultaba indiferente, insuficiente y a la vez excesivo. Él en toda su esencia era sólo una persona más, una de esas que está de paso. Pero su mirada era un imán tan poderoso, tan imponente que sin darme cuenta y sin objeción alguna, terminé por soñarme dueña de su boca, de sus besos, de su cuerpo. Terminé por desear con locura ser suya.
De un momento a otro y sin treguas ni preguntas, quise acariciar sus sueños, resguardar sus secretos, regalarle mi inocencia... y aún con la cabeza llena de preguntas, sigo sin saber qué era...
-Yasmira Jaimes || @Yasmiangeles 

sábado, 21 de abril de 2018

-ORIGINAL- Yasmira Jaimes

Aprendizaje de la abstinencia.Delirios de una puta reprimida.Carta 1. La explicación








Caracas. 23 de septiembre de 1995.
Hospital Psiquiátrico de Lídice.

Voy a intentar explicarlo.
Vivir como yo no es tan horrible una vez que te acostumbras, aunque esto no signifique que sea algo bueno.
Sugestión, conformismo, desesperación y mediocridad son 4 de los muchos pilares fundamentales que sostienen esta torre inestable de vida que tengo, este desastre, esta piltrafa humana que fue traída al mundo sin razón aparente.
Y como muestra de ello, está el hecho de que me gustas.
Sí, me gustas. Y que me gustes es sólo el resultado de sumar varios elementos bastante patéticos y deplorables, como el que mi madre con su absoluto poder sobre mí, te idealizó ante mis ojos antes de siquiera poder conocerte. Semejante insulto a la coherencia no es más que sugestión y eso me convierte en una conformista que cree que eres mejor tú que nada, y eso es producto de mi desesperación porque  jamás he sido deseada con la necesidad suficiente para que alguien se atreviera a tocarme.  Lo que me convierte en una mediocre que se interesa en alguien sólo porque es mejor un pedazo asqueroso de carne que nada, cuya madre se pasa parte de la vida buscándole pareja porque teme que se muera sola y marchita, rodeada de miseria, con una colección inconmensurable de orgasmos solitarios, ahogados en la pena de un cuarto compartido, lleno de camas vacías, ocupadas por personas que son nada.


¿Entendiste?


Eso significa que es mejor que mueras, antes de pretender tener algo conmigo o enamorarte de mí.
Porque jamás serás amado, sólo serás adorado por alguien que saborea los filos de la idolatría, por el simple hecho de que no concibe que el mundo exista si intenta amarse a sí misma.
Serás idolatrado por alguien que siente asco del espejo y repulsión por los aromas de la flor parasitaria y venenosa que tiene entre las piernas.

¿Lo ves ahora?

Mi locura ya no conoce límites. Ya no soy capaz de distinguir la fantasía de la realidad, eso significa que mientras te esfuerzas por rechazarme, esquivar la mirada, fingir que no existes y buscar una pronta vía de escape, en mi cabeza te arrebato toda muestra de sensatez mientras la humedad se apodera de mi ropa y me recorre las piernas, en un desesperado intento por devorarte sin piedad cada parte del cuerpo.


Y buscaré la manera más efectiva de seducirte y arrastrarte al borde del deseo no correspondido. Te haré agonizar en medio de mis pretensiones perversas sólo por el placer de saberte devoto a mi. Te comeré en vida y dejaré que te vayas con el mal sabor de boca de no poder poseer mis carnes virginales y agrietadas, mientras que yo dejaré mi marca, mi sabor y mi olor rancio impregnado en cada poro de tu piel tostada y perfumada en cobardía porque no has sido capaz de enfrentarme y mirarme directo a la cara.


Te haré desearme, pero  no te amaré, porque en este cerebro podrido el amor no es más que la excusa de los que se amarran a otro ser humanos por miedo a morir como nacieron.
Solos.


Arimsay Araujo.
22 años.
En una conversación con la ventanilla de la puerta que la encierra en la celda 354 del área de aislamiento para pacientes impulsivos, en el hospital psiquiátrico de Lídice. Caracas, Venezuela. El 23 de septiembre de 1995, a las 10:15 pm

viernes, 2 de febrero de 2018