Mi estupidez me llevó a imaginarme perfecta, ideal y de tu talla.
De tu justa medida.
Mi estupidez me empujó a imaginarte mío, a soñarme entre tus manos, a rodearme con los brazos imaginando que son los tuyos.
Mi estupidez me arrastró de golpe a idealizar tus besos nunca probados, a deleitarme con tu hombría entre mis labios, a soñar dormida y despierta y a toda hora contigo y con ese momento perfecto de amarnos.
Mi estupidez me hizo creer que sería posible entregarme a tus encantos.
Pero como de costumbre, nada de eso pasó.
Y ahora me lamento del tiempo no compartido y los recuerdos nunca vividos y de las palabras fabricadas por mi cabeza desesperada por un poquitito de amor.
Sonará ilógico, absurdo, insólito. Pero cómo no enamorarme de esos ojos y de esos labios si son eso que tanto quiero.
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