Muero por cada aliento de tus labios,
muero por cada roce de tus manos,
muero por cada noche que la luna me
permite disfrutar de tus ojos...
ojos tan profundos y oscuros como la noche misma.
Muero por tu voz y cada susurro que dices a mi oído,
muero por ese beso candente que
me arrebatas de improviso cada que el sol se asoma
tras las montañas...
Muero por la sombra que te persigue
en los bellos días de luz,
y por cada paso firme que
das en el camino.
Quisiera sentir tus besos,
quisiera ser víctima de tus abrazos,
quisiera ser dueña de tus sueños
una vez mas...
Muero por el grosor perfecto de tus cejas
muero por la fuerza indiscutible de tu espalda,
muero por la vida que te regodea
muero por las dichas de tu infancia,
el aprendizaje de tus caídas,
las sonrisas de tu vejez.
Muero por todo lo que me enseñaste,
muero por tu ceño fruncido cada que te concentras,
muero por tu mente ágil y colmada de conocimientos,
muero por tu espirito indomable y bello...
Me colmaste de felicidad toda tu vida,
tu vida entera que me regalaste
tu vida entera que vi pasar frente a mis ojos...
Pero mi gran tristeza es que siempre estuve dispuesta a morir por ti,
pero la inmortalidad se apoderó de mi existencia,
te vi envejecer y caer mientras yo
simplemente no podía sentir el sol
calentar mi piel...
Ahora te veo partir amor mio...
porque tu vida se la regalaste
a esta doncella fría
que murió mucho antes de que el mundo
viera el sol por primera vez...
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