miércoles, 20 de mayo de 2015

Rómpeme. (espectro) (poema original)

El reloj retumba en la sala.
El eco es aterrador.
Ya el sol cambió de rumbo,
las flores se marchitaron en el jardín.
El polvo se apodera de cada mueble,
de cada rincón.
No hay velas,
no hay luz.
El aspecto críptico y el aire frío me hacen compañía.
Y yo, cual espectro en la noche,
deambulo por los pasillos largos,
sin rumbo,
sin encontrarme.
El espacio entre nosotros es infinito,
eres nada más que un recuerdo que me atormenta,
que me persigue,
que me envenena.
Eres esa sombra en cada esquina,
los objetos que se mueven cuando no estoy cerca,
la soledad que se apodera
y la cordura que se aleja.
Eres, por un tiempo al menos,
la esperanza expresada en forma...
sin forma.
Me enloquece tu presencia ausente;
literalmente ausente.
Me enloquece tu voz muda.;
literalmente muda.
Me enloquece irremediablemente tu sombra,
esa que no se diluye,
que no se esconde,
esa que me agobia y me tortura.
Esa sombra que no deja de mirarme ni de seguirme.
Esa a la que ya me acostumbré.
Soy una torre en ruinas.
Llena de polvo y flores marchitas.
Así que rómpeme.
Si eso te hace feliz, rómpeme.
Ya no importa.
No hay nada que perder.
Ódiame, ya no importa.
Ódiame porque ya tus manos no son manos.
Ya tu rostro no es un rostro
ya no eres...
Rópeme, ya no importa.
Átame con tus cadenas y arrástrame.
Llévame a los brazos de la muerte.
La muerte es, a veces, la mejor consejera y amiga.
Sé mi escolta,
mi guía, mi compañía.
Llévame allí.
A ese lugar más allá de tu mirada.
A ese lugar que está más allá de...
Rómpeme
Sácame de mi.

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