miércoles, 22 de julio de 2015

Preguntas y negativas

¿Qué sucede con nuestra humanidad que encerrada entre las paredes de esta prisión se aventura a la calle, más allá de la vista y entre nuestros párpados en un vaivén de decepciones?

¿Qué sucede con nuestra humanidad cuando conectamos nuestro espíritu en una intermitencia irremediable y lo encerramos en nuestra propia mente?

La verdad es, que no sé si quiero conocer esas respuestas, pues temo descubrir que no soy la única que ha dejado de ser humana. Temo descubrir que no sólo yo he olvidado lo que se siente respirar entre los árboles de la alta montaña, o abrir los ojos bajo el agua clara y dulce de algún riachuelo sin que pique o sin que duela.

¿Qué pasaría si nos atrevemos a desmentir todas las verdades nunca dichas y nos encaminamos en una travesía tan polémica que dejaría mil estragos en nuestra consciencia?

¿Qué pasaría si dejara correr entre mis dedos hasta sus oídos los suspiros que enamorada de esta vida dejaba escapar en mis sueños utópicos sobre esta ciudad?

No lo sé. No sé qué pasaría y no sé cómo podría lograrlo. Y no importa pues es nada más un espejismo y no quiero alcanzarlo-

¿Cual sería el resultado de restarle a siete millones de humanos que hay en el planeta siete millones de animales?

¿Y cual sería el resultado de sumarle a cada lágrima llorada cada gota de sangre derramada a lo largo del tiempo?

La verdad es que no me gustan las matemáticas y esas cuentas tiene tantos datos como segundos la historia de toda una vida, y como todas las vidas no vale la pena mantener el pasado y desacertar el futuro así que, ¿para qué sacar cuentas? Eso sería tan inútil como escribir y describir día por día cada paso y cada respiración en vano; o acertada.

¿Cual sería la consecuencia más trágica de eliminar los aeropuertos?

¿O Cual sería la consecuencia más trágica de eliminar todos los colegios.

Ah, los aeropuertos. Tan llenos de historias, regresos y partidas.
Son increíbles testigos los aeropuertos: de verdades tan sublimes y mentiras tan perversas que dan miedo.
Esas estructuras tan pulcras y llenas de gente y comercios y besos de hasta nunca y besos de bienvenida y besos en el aire a través de cristales llenos de distancia, y besos calentitos en la mejilla, tan llenos de oportunidades y sueños inalcanzables pero que valen la pena.

Y los colegios...
La verdad es que no creo que exista nada trágico en eliminar y desaparecer todos los colegios del planeta.
Esos lugares abominables que me aborrecen y yo a ellos solo fueron inventados para matar la creatividad como si se tratase de un mal que debe ser cortado de raíz.
Entre esas aulas y los patios de "recreo" se adoctrinan mentes pequeñas que deben moldearse por si solas. 
O así lo veo yo.


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