viernes, 18 de enero de 2019

El país del hambre |Adelanto|


Cuando escribí el primer capítulo de El país del Hambre, algunos de los lectores me dijeron que el título era una copia barata de la famosa saga de Suzanne Collins y más de acuerdo no pude estar, aunque me gusta creer (e imagino que es justo) que la copia no es “barata”.

Lo cierto es que, si lo pensamos en profundidad, la autora de The Hunger Games perfectamente pudo haberse inspirado en la realidad socioeconómica de nuestro país (o cualquier otro) para crear su historia así que vale preguntarse, ¿quién copia a quién? porque, a fin de cuentas, ¿la ficción no nace de la realidad?, además, ¿qué es el HAMBRE realmente, con sus seis letras?

Para mí, es vacío, carencia, y ¿por qué no?, ausencia también. Así que ya deben haber adivinado que con la palabrita, no me refiero nada más al estado de “no comer” y que las tripas en su agonía te hagan la vida un infierno. Por eso, en el siguiente capítulo les hablaré de Manuel. Su historia es un poquito diferente a lo que cuento usualmente en este espacio, pero un poquito nada más.

Les refrescaré la memoria para que entiendan la diferencia. En esta saga de crónicas los protagonistas han sido personas de bajos (pero BAJOS) recursos. Diosley y Caraota eran niños de la calle (sí, eran) y Leonardo y Carlos son hombres arrastrados a sus propios límites por el sistema, mientras que Manuel es un hombre joven, profesional, muy decente y de buena familia, pero eso no significa nada. No en un país como este. Eso lo saben tan bien como yo.


La narrativa no estará disponible en esta publicación. Eso haría el texto interminable, por eso me atreví a publicar este breve adelanto que los pone en contexto para cuando el siguiente capítulo de esta saga esté disponible en este espacio.

Hasta pronto, lectores. Y como de costumbre, ¡GRACIAS POR PASAR POR AQUÍ!





No hay comentarios:

Publicar un comentario