Este es un correo que le envié a un querido amigo el mismo día 20-10-16 y decidí colgarlo acá porque creo que, si hay alguien que se sienta como yo, ambos merecemos saberlo.
El día ha sido bastante intenso, al menos para mi. Lleno de discusiones, conflictos, altercados, incomodidades, malos entendidos, un calor endemoniado, pude desayunar a las 7 de la noche (no porque quisiera pagar alguna promesa) para cerrar el día con la GRAN noticia de última hora que confirma que tristemente nuestro hermoso país difícilmente salga de este atolladero.
No sé qué tan enterado estés de la situación político-social-económica que estamos atravesando pero se suponía que el jueves, viernes y sábado de la semana próxima se recolectarían firmas para solicitar un referéndum revocatorio, la misma, luego de aprobada, ha sido pospuesta por ordenes de un tribunal hasta nuevo aviso.
Aún no se han pronunciado los partidos opositores pero sea lo que sea que suceda, no será nada bueno, no será fácil y difícilmente traiga una solución a corto plazo.
Lo cierto es que conforme voy creciendo, me vuelvo más adulta, más madura e interesada, y desarrollo más sentido patrio, crítico y de pertenencia, más confundida, desorientada, indecisa y atemorizada me siento. Es un hecho que vivir en nuestro país es toda una odisea digna de relatar. Yo misma si escribiera un diario seguramente tendría tanto éxito como el de la pequeña Ana (aún y cuando no estamos declarados oficialmente en guerra).
El punto es que aún y cuando mi instinto de supervivencia y mis ambiciones socio-económicas me empujan a buscar vuelo lejos de estas tierras, el amor por todo lo que tengo y todo lo que conozco me amarra a quedarme y trabajar y luchar hasta que la tormenta pase y el arco iris se vea otra vez. El dilema es entonces, la gran pregunta ¿Cuándo se arregla y cómo?
Honestamente cada vez que pienso en ti y en cada persona que se ha ido no puedo evitar sentirme como una heroína cobarde o una cobarde heroica. (No sé cual orden en ese jueguito de palabras explique mejor lo que quiero manifestar).
El punto es que, irse a un lugar totalmente distinto es un acto de total valentía, pero quedarse en este desastre también lo es, así que no sé si sentirme bien o patética sobre mis indecisiones y mis miedos.
La verdad es que mi sueño desde niña ha sido irme de Venezuela, crecer en la música, volverme una gran cantante famosa y recorrer los escenarios del mundo gritando en todos los micrófonos que soy una venezolana orgullosa pero, la vida me colocó a empujones en el mundo del periodismo que INSÓLITA E INESPERADAMENTE me enamoró.
Aprendí a amar cada faceta de este mundo que subestimaba y veía absurdo. Fue necesario que entrara para ver lo hermoso que es y con eso llegó el amor desmedido que tengo ahora por esta tierra, esta gente y esta pelea. Así que ahora me encuentro en la gran disyuntiva de: ¿irme o quedarme?
¿Ahorrar para mi graduación que es en apenas un año o para mis trámites migratorios?
¿Enamorarme o quedarme sola porque no sé si la persona a quien escoja quiera compartir mis planes?
¿Culminar mi carrera o irme antes de que cierren las fronteras? (Que por el camino que vamos eso nos espera)
¿Qué hacer?
Honestamente escribo este correo con lágrimas en los ojos. Y estoy segura de que no soy la primera en escribir tales cosas desde el corazón.
Me aterra pensar en irme y dejar a mis padres.
Me aterra pensar en quedarme y formar una familia en este desastre (a pesar de no soñar con la maternidad no soy dueña de la verdad o la vida).
Y me aterra salir a las calles con el temor de regresar a casa sana y salva o que cualquiera de mis familiares lo haga.
Me aterra salir de compras porque hoy tenemos dinero y mañana no.
Me aterra la idea de enfermarme porque eso sería condenarme a vivir insana.
Me aterra recordar a cada instante a mis sobrinas que están en etapa de desnutrición porque no importa la cantidad de dinero que tengas simplemente no hay qué comer.
Simplemente me aterra vivir aquí, me aterra quedarme pero también me aterra huir.
Te amo demasiado, Venezuela. Pero esta realidad lo ha vuelto un amor que daña.
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