martes, 11 de agosto de 2015

Creo que mi reloj finalmente se ha atrofiado, o mi desorientación temporal ahora sí me ha jugado sucio. El caso es que no he hablado contigo en tan sólo 4 días; escasos e insignificantes 4 días y aun así me ha parecido una eternidad.

No te conozco, jamás te he visto, no sé cómo seas o cómo hables; no tengo idea de cómo sería tu olor, o tu sabor, o si me gustará. Sólo sé que hablar contigo me rescata de mis pesares diarios, y que no saber nada de ti en este punto de la semana, luego de aproximadamente 96 horas resulta agobiante, especialmente para mi sensatez porque a fin de cuentas ni siquiera te conozco…

No hay comentarios:

Publicar un comentario