sábado, 14 de marzo de 2015

Inmensidad

La inmensidad del cielo no me asfixia.
La inmensidad del mar no me ahoga.
Cada caricia de tu mirada, cada beso de tus labios me mantienen respirando.
Cada abrazo de tus brazos me abriga y aleja mis temores.
Cada palabra que sale de tu boca me regala un poquito de esperanza.

La noche se confunde con tu cabello mientras vagamos por nuestros sueños.

Eres etéreo, como el aire que respiro, ese que no se ve.

Y mientras caminamos llenas de lágrimas mis ojos, ojos melancólicos y confusos que se regocijan de felicidad cuando tu cuerpo se mezcla entre mis penas y borra con un dedo sobre mis labios cada pizca de amargura que se aferra a mi piel agrietada y llena de formas.

Eres esa luz pequeña que se ve a lo lejos en el enorme faro de la costa. Esa luz que me indica el camino.

Un camino incierto y lleno de tropiezos que no importan y no me agobian porque sé que al final del recorrido la inmortalidad del tiempo nos recibirá con brazos abiertos.

Caminas conmigo y sé que del otro lado ya estas esperando.

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